“Fue un buen
emperador. No les diré que fue perfecto porque no lo fue; mis buenos amigos,
ningún hombre es perfecto y un emperador lo es menos que cualquiera porque
tiene en sus manos el poder, y el poder es dañino como un animal no del todo
domesticado, es peligroso como un ácido, dulce y mortal como miel envenenada.”
Para el filósofo español Gustavo Bueno (1924-2016), la dinámica de la
historia no se explica por la lucha de clases, sino por la lucha entre Estados,
dialéctica materialista que tiene su culmen en el nacimiento, desarrollo y expansión
de los imperios, orgánica que a su vez, solo los Estados más avanzados logran
alcanzar. ¿Qué es un imperio? Siguiendo a Bueno, podríamos responderlo no a
través de una precisión semántica, sino que describiendo su comportamiento,
esto es, un grupo de partes diferentes organizadas políticamente a través de un
centro, que afianzadas en plataformas territoriales, diseminan en otros pueblos o culturas su influencia
no sólo desde una perspectiva de poder político real, sino que también por
medio de lenguas, conocimientos, creencias y comercios, por sólo mencionar
algunas actividades humanas. Es en este gran marco que podemos inscribir este
libro de la escritora argentina Angélica Gorodischer (1928-2022), que por medio
de un conjunto de relatos, asistimos a su particular visión del imperio desde
adentro, rebasando las nociones históricas de los imperios realmente
existentes, con un desarrollo y una potencia que solo la ficción puede brindar.
Kalpa Imperial es el imperio más vasto concebido por mente alguna, tan
grande que una sola vida no basta para recorrerlo entero. A través de once
piezas, que se pueden leer de manera independiente, asistiremos a fratricidios,
luchas encarnizadas por el trono, imperios derrumbándose y rearmándose,
batallas cruentas entre ejércitos, generales andróginos que seducen a
jovencitos, médicos misteriosos que se niegan a tratar a cualquier enfermo,
vagabundos que se esconden en jardines reales, contadores de historias, que a
la manera de las Mil y una noches, cuentan historias de emperadores a
emperadores, caravanas de mercaderes que esconden secretos y pueblos barbáricos
que desafían la integridad de la civilización, en suma, un portentoso friso e
imaginativo donde cohabita toda la fauna humana, desde pobres zarrapastrosos
que mendingan por las calles, nobles codiciosos y enfermos, aristócratas
venidos a menos (y a más), hasta generales que conspiran planificando golpes de
Estado.
Es imposible no hacer una genealogía con otras obras que anteceden a Kalpa
Imperial. El libro está dedicado a Hans Christian Andersen, Tolkien e Italo
Calvino. Del primero, la autora argentina recurre a las fábulas infantiles, no
siempre felices, que esconden toda una tradición parenética, con historias que
encubren y muestran la miseria humana; de Tolkien, en la construcción de un
universo medieval, cortesano y guerrero,
con sus enormes dinastías, pero sin recurrir al plano fantástico; y de Calvino,
las paradojas de sus personajes, las descripciones de las ciudades y el tono
sereno e hilvanado, en la cual va trenzando una historia, todas contadas por un
narrador como de paso, o para seguir la línea imaginaria que propone la obra,
las narraciones que declamaban los antiguos poetas.
El tono recuerda al de las antiguas crónicas del medioevo, y es el narrador, el contador de historias, el que va entrelazando cada capítulo de sangre, en los que no faltará la belleza y el amor, y donde no encontraremos a damiselas en apuros: al revés, la autora presenta el perfil de mujeres ruines, perversas y malvadas, pero también heroicas, compasivas y cómo no, la historia de una emperatriz sin linaje que desafió todas las convenciones, y que con astucia y rigor llegó a sentarse en el trono para coronarse como la máxima figura imperial.
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